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miércoles, 29 de octubre de 2008

El Nochero

La Siguiente parte, que no había publicado del Cuento Corto: "El Nochero"


3.

...

- ¿Cómo te llamas? – pregunto Roberto
- Tomas…
- Tú no eres un delincuente, ¿Por qué entraste?
- No tengo ni un peso, y no he comido nada hace tres días ya…

Roberto, sin más palabras, se levanto de su asiento se dirigió hasta su casillero, saco una bolsa, puso agua hervida que tenia, en una taza, preparo un café, lo puso delante de Tomás y saco un libro.
- ¿Te gusta leer? – pregunto Roberto
- Si, me encanta – respondió Tomás, mientras comía desesperado.
- Come más lento que te vas a atorar hombre…
- La Metamorfosis – mirando el libro que tenía Roberto.
- Si, un muy buen libro – repuso este.
- Sí… es un retrato a la perdida de identidad del ser humano. Como lo agobia el mundo moderno, esa deshumanización en la que nos hace caer lo contemporáneo…
- ¿Qué otro libros haz leído? – pregunto Roberto, sorprendido.
- Bueno, varios otros… los que más me gustan son los escritos de Nietzsche.
- Es que Nietzsche es una obra muy compleja…

En esta conversación comenzaron a adentrarse, dos desconocidos, que por circunstancias de un destino, que tiene aires de casualidad y muchas veces causal, comienzan a hablar de libros, autores, la vida.

4.

Tantas cosas se pueden hablar con un desconocido, tantas cosas que el destino tiene para abrirnos, para mostrarnos, cosas que no lo permitimos, que no lo dejamos, que nos impide relacionarnos con otros.
Llámese casualidad, llámese destino, dígase que son los hilos de Dios o de los dioses jugando con los seres humanos para unirlos en circunstancias inverosímiles e inauditas, que no podemos pensar.
Y en estas circunstancias, Tomas, un joven que había huido de casa de sus padres, agobiado por las circunstancias de una vida, que más que vida era una pesadilla. Se encontraba sentado, ahí en el cuarto de los libros, del mismo lugar donde, horas atrás había intentado robar, para saciar su necesidad.
Pero a saber que cosa, lo puso en ese lugar donde se encontraría con Roberto, este viejo, que solamente sabiendo leer y escribir, se pasaba las noches vigilando las dependencias de ese lugar de conocimiento, fuente de mundos imaginarios. Letras y palabras esparcidas en hojas de libros, que comentaban como amigos de toda la vida.

- ¿Alguna vez ha escrito don Roberto? – pregunto Tomás.
- No ¿Y tú?
- Pues, nunca he escrito un libro, pero… - con cierto grado de vergüenza – escribo en las noches, algo… no se si poesía, pero si palabras sueltas que forman algo…
- Haber, ¿Cómo que?...
- Siempre guardo conmigo algunos escritos – respondió Tomas.

Mientras se revisa los bolsillos de su jeans, saca un papel de cuaderno viejo, algo arrugado, pero guardado como un tesoro, que le entrega a Roberto.
Amo lo usado // Amo lo botado // Amo lo desechado // Y amo lo abandonado. // Amo lo que nadie ama // Amo lo que no se ama // Amo lo que no aprovecha nada // Amo todo aquello que no se ama. (…)

Esas frases, sorprendieron a Roberto, continuo leyendo, pero ahora en voz alta, mientras miraba de reojo a Tomás, sorprendido de las palabras, que ese muchacho tenia guardadas. Mientras pasaba a otra hoja, y otra, extasiado de las palabras que ese muchacho escribía.
- Pero Tomás… están preciosas – con voz entrecortada.
- Gracias – respondió Tomás, con algo de vergüenza.
- Deberías dedicarte a escribir…
- Igual es mi sueño…. pero no es para tanto – contesto Tomás.
- ¿Como que no?... mira me gusto este:
“Escribo versos // Que no son versos. // Escribo frases al viento // Palabras sueltas de momento. // Tal vez sea un idiota // Incapaz de crear versos. (…)
- A mi también… “Yo no soy poeta // No, No Señores // ¡Yo soy carpintero!... – continuo Tomas - … es que me gusta, porque es como mi declaración.
- Muy elocuente por lo demás… - afirmo Roberto -… ¿Haz leído a Parra?
- Nicanor Parra… “jóvenes escriban lo que quieran…”

Al avanzar las horas, el dialogo prosiguió. Tomás encontraba en las palabras del viejo, palabras de motivación, que parecían inspiración. Con nadie le había hablado ese viejo, nochero.
Roberto, por su parte, entregaba todo lo que los años le habían entregado. Conocimiento, sabiduría, afecto. Es que era un viejo, de esos que conoces y llegas a amar, sin más razón que su sola presencia. Es que la fluidez de las palabras, sus consejos, no solo habian alcanzado a su empresa, sino que con cuanto ser había compartido.
Parecía entregando todo lo que los años le habían dado, como traspasando conocimiento de un maestro a un discípulo. Enseñanzas que no solo había leído, sino que también había vivido.

5.

Ya amanecía, y Roberto, que por más de veinte años había transitado las solitarias dependencias de Biblion S.A., en compañía de la soledad, esa noche lo hacía con ese muchacho, que había encontrado.
Mientras avanzaban por los cuartos vacíos, seguían platicando, Roberto, continuaba enseñando.
- Ya es hora – dijo Roberto.
- ¿Va a llamar a carabineros? – pregunto nerviosamente Tomás
- No, no te preocupes. Cualquier cosa, quédate en el cuarto de los libros. Quiero pedirte un favor.
Continuaron avanzando hasta la oficina de la guardia, pero ahora en silencio. Una sonrisa se dibujaba en su rostro. Se sentó en su silla, mientras Tomás lo miraba sin comprender.
Saco una hoja y un lápiz, escribió por un buen rato. Puso la hoja en un sobre y se la entrego a Tomás.
- Quiero que le entregues esto a don Álvaro.
- ¿Qué es? – pregunto Tomás
- Una carta – respondió Roberto – una carta.
Tomo un nuevo libro con un marcador, quedaban pocas paginas, con amor las recorrió, hasta la ultima palabra. Lo cerró, lo puso en su escritorio, miro a Tomás y le dijo:
- Ha sido un honor conocerte, joven amigo
- Pero don Roberto – repuso Tomás
- Nunca, dejes de soñar, y se que podrás escribir muy pronto… Hasta siempre…- dijo Roberto

Dicho esto cerró los ojos, inspiro y exhalo su último aliento de vida, mientras una dulce sonrisa se dibujaba en su rostro. Ante los ojos atónitos de Tomás que trato de moverlo, para que despertara. Pero su intento fue inútil.
Tomo el sobre con la carta, la guardo en un bolsillo de su jeans, tomo el teléfono y llamo a carabineros para que vinieran rápido con una ambulancia. Hecho esto se fue al cuarto de los libros.

6.

Álvaro, no lo podía creer. Roberto, su más antiguo trabajador, había muerto. Como siempre había llegado temprano a la oficina, eran cerca de las siete de la mañana, cuando entro. Acto seguido, y en menos de cinco minutos llegaban carabineros y una ambulancia. No había atinado a preguntar el porque.
A esa misma hora llegaba Rodrigo, que impactado, no podía creer la noticia. Entre procedimiento y el impacto, Álvaro no atinaba a nada. Rodrigo se percato de un vidrio roto por lo que fue a investigar, acompañado de un carabinero.
- Manos arriba – fue el primer grito que dio Rodrigo, al ver a Tomás sentado mientras escribía en un papel.
Lo llevaron junto a don Álvaro. Una vez que le contó todo lo que vivido esas horas, le entrego el sobre, que le había pedido Roberto que entregara.
Álvaro lo abrió, mientras Tomás se acerco al libro que Roberto, había terminado de leer esa noche, donde este tenia una frase marcada con destacador. Esa frase era inconfundible, el ultimo texto de la Biblia. Tomas tomo ese libro entre sus manos, y lo entrego a don Álvaro.
- Estas fueron las últimas palabras que leyó don Roberto – le dijo Tomas a Álvaro.

Al leerlas, Álvaro, cerró los ojos, y pidió que no se hicieran nada con el muchacho a carabineros. Pidió a su secretaria que llamara a la funeraria, para preparar el entierro de Roberto.
- Muchacho – dijo Álvaro a Tomas - ¿sabes lo que dice esta carta?
- Ni idea señor – respondió Tomás.

Álvaro recordó en ese momento su última conversación con Roberto.

- Quiero que hoy mismo tomes tu jubilación…
- Pero don Álvaro – interrumpió Roberto – Esta noche por lo menos deje despedirme de los recuerdos, los libros, las paredes…
- Bueno, bueno Roberto – dijo Álvaro – pero quiero que descanses…
- Aunque no lo crea, quiero morir trabajando… pero no se preocupe descansare…

Y sin lugar a dudas, entendió el porque de esa sonrisa en su rostro, que había significado ese encuentro casual entre Roberto y ese muchacho. Y como siempre, no podría negarle la petición que le hacía Roberto.
“(…) don Álvaro sepa Ud. Que muero tranquilo sabiendo que morí más que trabajando para alguien, sirviendo a un buen amigo.
Este muchacho, Tomás, no es un delincuente, es todo lo contrario. Y como le dije, quería morir trabajando, y este muchacho es mi ultimo trabajo para ir a descansar.
El escribe, con una genialidad única. Nunca le he pedido nada, pero ahora quisiera pedirle que le de la oportunidad de escribir a este muchacho, que téngalo por seguro, será un gran escritor (...)”


7.

Hace unos días fueron los funerales de Roberto, un amigo, viejo amigo, que conocí en una noche. Su última noche.
Noche que nunca olvidare. La próxima semana saldrá a la venta mi primer libro que ha recibido buenas críticas. Pero sin lugar a dudas, es esta historia la que más espero que sea conocida.
Y es que es la historia de Roberto, un simple nochero. De esos viejos que fielmente trabajan. Que son más que simples trabajadores que hacen lo que les dicen, sino que mucho más, personas que marcan todo lugar que pisan. Y sin lugar a dudas don Álvaro lo estimaba por eso.
Estos días he conocido más todavía de Roberto, de su vida, sus anécdotas. Pero nada se podrá comparar con mi experiencia unas cinco horas de conversación, de vida y muerte.
Y desde acá, te dedico estas palabras para ti mi buen amigo, maestro y nochero. Esa frase marcada con destacador.
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amen”
Roberto, quien me enseño que los sueños son posibles, que trabajólico como él solo, entregaba más que simple trabajo, sino que vida.




Tomás.














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Espero que sea de su agrado

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2 comentarios :

  1. siempre quise conocer que habia pasado esa noche muchas gracias amigo por saciarme mi curiosidad, a veces estas cosas pasan y me pregunto ? sabran algunas personas el momento exacto en que volaran? y las frases escondidas de ese muchacho escribo frases al viento, yo soy carpintero... me recuerdan tu libro y poema, eres un maestro amigo me ha encantado, la oportunidad que le dio a ese muchacho le cambio la vida y la plegaria estoy segura que fue escuchada.gracias beso your friend despeinada.

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  2. Claro que tiene un poco de esencia de mi, Tomás
    Es un yo desconocido en muchos casos, y a la vez casi paralelo a mi.

    En fin... yo siempre he soñado con morir tranquilo en paz, como sabiendo que he cumplido mi tarea, asi como Roberto.


    Besos my Friend!

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