A las Doncellas

Días atrás, conversando con una amiga, me contaba la fatídica historia de la que había sido victima. Un hombre la había seducido, llevado a la cama, y dejado un recuerdo de nueves meses. Para irse valientemente el como hombre al olvido.
Que triste es saber que existen muchos “galanes” que hacen esto, no lo juzgo, pero espero por todos los medios no cometer ese error. Solo se que, como siempre digo: Las mujeres son Diosas que debemos adorar.
En vista de esa historia, de las tantas otras que conozco, de otras amigas, hable conmigo mismo, y me dije: mismo, escribamos un poema como lo que somos, un caballero. Y en un lenguaje casi feudal, escribí.
La idea, venía hace días, pero no había podido escribir, hasta que hoy en la madrugada, después de haber dormido desde las 22:30 del día lunes, hasta cerca de las 3 AM de este martes, entre mi sueño, comenzaron a salir estos versos.
Más que rápido me desperté, fui a tomar mi pluma, y se había agotado la tinta (así que si alguien me auspicia con repuestos de tinta, para mi pluma – son Parker los que uso -). Encontré un repuesto, y empecé a escribir. A mitad del poema, necesitaba un cigarro, me dije: mismo, necesitamos un cigarro, y no hay. Así que con unas ansias de fumar (que todavía tengo, así que bienvenida será esa cajetilla que me regalaran), continué escribiendo. Me prepare un te, seguí escribiendo mientras de fondo sonaba Vivaldi (no recuerdo que sonata era).
Entre esas cosas, salieron estos dulces versos, que dejo para todas las Doncellas, que son uds.


A las Doncellas
Pseudos Príncipes de cabellos rizados
De melenas de oro, ojos verdes
Montan tal cual príncipes sobre asnos
Disfrazados de aguerridos corceles.

Os seducen con lisonjeras palabras
Creyendo en un amor de locas cabras
Os llevan a sus podridas camas
Olvidando que vosotras tenéis un alma.

Vuestras historias como muchas
De tantas hermosas doncellas
Que cayeron en los ridículos brazos
De voraces lobos rapaces perversos.

Os pido perdón en nombre de Dios
Lo hago en nombre del amor
Y a nombre de los verdaderos hombres
Que protegemos vuestros castillos de dragones

Algún día llegara vuestro caballero
Que os mirara, al corazón primero.
Quien por un beso, un abrazo y un te quiero
Ponga a vuestros pies el universo entero.

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